viernes, 20 de mayo de 2011

A Sangre y Fuego: Decimocuarta crónica


Garas el Shardmind de la compañía.

El buhonero decapitado se presenta como, Paradox, y promete ayudarles si le liberan. Ante la atenta mirada de Garas y Azpir, el buhonero les conduce al lugar donde se encuentra preso El devorador, uno de los creadores de la isla, traicionado por el maestro, el contemplador que sigue los designios de M en su plan de convertirse en una deidad eliminando al dios del conocimiento Ioun, preso también en lo mas profundo de la isla. Siguiendo los consejos de Paradox, liberan al Devorador bajo promesa de cerrar los portales de la isla, que están encadenando al dios Ioun, mientras tanto, la compañía se dirige a lo mas profundo de la isla a través de las puertas negras para liberar al dios del conocimiento.Ioun se encuentra custodiado por mezodemonios, que no son rivales para la compañía, una vez eliminados Ioun les propone acabar  con los planes de M , quien tiene un avatar en la tormenta que corona la isla preparando un ritual para matarlo.Teleportados a lo mas alto de la isla por la gracia de Ioun, la compañía se encuentra con el Avatar de M salmodiando alrededor de un colosal monolito de ignatita rodeado de demonios No-muertos. Cogido por sorpresa, gracias al poder de Ioun, El avatar cae inconsciente bajo la hoja de Gaston, tras lo cual la compañía le da muerte haciendo que la isla se pose sobre el océano a cientos de kilómetros del continente de Alarie. Una vez liberado el dios del conocimiento, en deuda con los aventureros, les traslada a su ciudad de origen sanos y salvos.

1 comentario:

  1. Las nubes sostienen el lugar maldito. Demonios, fuego viviente y un muchacho con el Mal en el brillo de sus ojos son testigos de la aparición del grupo de aventureros. El combate no se hace esperar, Azpir invoca una mano gigante sobre el temido adversario, Miaux, certero, lanza una de sus últimas flechas mortales y el resto de aventureros toman posiciones.
    Una risa macabra despierta el horror en los cuerpos sin vida de sus diablos custodios, todo ocurre con celeridad tras los vanos intentos de dar muerte al reclamado dios en forma humana. Parece que nada podrá contra el Ávatar, los demonios se despliegan en un círculo encarnado de vapor y los dados del destino recorren el tablero...
    Gastón, el intrépido pícaro, aprovecha el objeto divino regalado por Ioum, y se dobla como el reflejo en el filo pulido de una de sus melladas dagas. Las dos paticortas figuras arremeten contra el enemigo, contra el heredero de la desdicha. Lanzan un ataque que astutamente hace girar al enemigo para que un segundo golpe lo coja totalmente desprevenido. El ardid funciona, el Ávatar cae en la trampa y, cuando intenta rectificar, treinta centímetros de acero le recorre las entrañas produciendo un shock en su todabia humana apariencia, el dolor recorre todos los sistemas nerviosos y la consciencia se aleja del pensamiento. El cuerpo del conspirador de dioses, como una cascara reseca, cae a los pies de Gastón.
    Aprovechando la brecha abierta por el barbudo señor de las dagas, los componentes de “Sangre y Fuego”, curtidos en no otorgar segundas oportunidades, sacan sus últimas fuerzas en un ataque desplegado. Los demonios llenan la sala de sus fétidas y carcomidas presencias, atacan con ferocidad, causan dolor y vierten la sangre de los héroes sobre las vaporosas nubes de tormenta; pero todo está escrito ya en el destino. Acero, magia y muerte bailan en el cielo. El Ávatar a muerto.

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